Acerca del artículo
¿Cómo sabemos que Dios es Uno? Una perspectiva filosófica y teológica
¿Cómo sabemos que Dios es Uno? Una perspectiva filosófica y teológica
كيف نتعرف على وحدانية الله ؟
اللغة الإسبانية
Hamza Andreas Tzortzis
حمزة تزورتزس
Traductor: Muhammad Isa García
Revisor: Anas Quevedo
ترجمة: محمد عيسى غارسيا
مراجعة: أنس قيبيدو
¿Cómo sabemos que Dios es Uno?
Una de las muchas preguntas recurrentes que fueron formuladas durante el Islamic Awareness Tour fue: “Si Dios existe, ¿qué razones te-nemos para creer que Él es Uno? Esta pregunta es importante ya que conlleva un concepto fundamental en la teología islámica, el concepto de la Unidad y Unicidad de Dios. La unicidad de Dios, en árabe Tawhid, es un tema central en el Corán y es el mensaje de todos los profetas. El Corán describe elocuentemente la naturaleza de Dios y Su Unidad y Unicidad en el capítulo 112:
“Di: ‘Él es Al-lah, Uno. Al-lah es el Absoluto. No engendró ni fue engendrado. Y no hay nada ni nadie que sea semejante a Él’”.
Antes de comenzar a responder esta pregunta, es importante agre-gar que el concepto de unidad en el Islam no está limitado a la unicidad y la singularidad de Dios. Hay muchos aspectos de este concepto que involucran la forma en que los seres humanos debemos adorar a Dios, cómo debemos entender Su Señorío, y cómo debemos entender los nombres y atributos de Dios. Y no termina aquí, ya que estas ideas transforman la visión y la concepción del mundo del individuo, como escribió un famoso pensador del subcontinente asiático:
“Quien cree en esto… jamás puede ser estrecho de visión. Cree en un Dios que es el Creador de los cielos y de la Tierra, el Dueño del oriente y del occidente, y el Sustentador del univer-so entero. Gracias a esta creencia, no considera que haya nada extraño a él en el mundo. Lo observa todo en el universo como perteneciente al mismo Señor al que él pertenece. Su simpatía, amor y servicio no están confinados a ninguna esfera ni grupo. Su visión se extiende, su horizonte intelectual se amplía, y su punto de vista se hace tan liberal e ilimitado como lo es el Reino de Dios. ¿Cómo esta amplitud de miras y esta enverga-dura mental pueden ser alcanzadas por un ateo, un politeísta, o alguien que cree en una deidad que se supone tiene poderes limitados y defectuosos como un hombre?”
A la luz de esto, hay muchas formas de responder la pregunta con respecto a la singularidad y la unicidad de Dios, proporcionando ar-gumentos sobre la unidad de Dios, y estas van de los argumentos teo-lógicos a los filosóficos. A continuación se exponen cinco argumentos:
1. La navaja de Ockham
2. El argumento lógico
3. La diferenciación conceptual
4. La unicidad
5. La revelación
La navaja de Ockham
El Corán pregunta de manera retórica: “¿El universo surgió de la nada?”. La respuesta parece muy obvia, dada la lógica innegable y me-tafísica de que todo lo que comienza a existir tiene una causa, y ya que el universo tuvo un comienzo, sin duda debe tener una causa. Sería irracional asumir más de una causa para el universo, ya que una regre-sión infinita de causas es imposible. Las razones de ello incluyen el ab-surdo de la existencia del infinito en la realidad. Tomemos en consideración los siguientes ejemplos:
1. Tienes un número infinito de personas en una habitación, si salen dos personas, ¿cuántas te quedan? La respuesta es infinito menos dos. Sin embargo, ¿esto tiene sentido? Si hay menos que un número infinito de personas en una habitación, deberías estar en capacidad de contarlas en el mundo real. Pero no puedes, es decir, el infinito no tiene sentido en el mundo real. Es por esto que los matemáticos Kasman y Newman afirmaron: “Por supuesto que el infinito no existe de la misma manera en que decimos ‘hay peces en el mar’”.
2. Imagina que eres un soldado y quieres dispararle a un enemigo. Para que puedas dispararle debes pedirle permiso para disparar al soldado que tienes detrás, pero él también tiene que pedirle permi-so para disparar al soldado que está detrás suyo. Ahora, imagina que esto continúa para siempre, en otras palabras, una cantidad in-finita de tiempo. ¿Le dispararás alguna vez al enemigo? La respues-ta es obvia. Del mismo modo, una regresión infinita de causas para el universo significaría que no existiría el universo.
Por lo tanto, la conclusión de que el universo tiene una sola causa independiente, que a su vez no tiene causa, resulta plausible; sin em-bargo, todavía puedes asumir una cantidad de causas ocurriendo al mismo tiempo. ¿Este argumento es sólido? Creo que no es un argu-mento fuerte si tomamos en consideración la navaja de Ockham. La navaja de Ockham es un principio filosófico atribuido al filósofo y fraile franciscano inglés William of Ockham. Este principio afirma que “en igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la correcta”. En otras palabras, la explicación más completa y simple es la mejor explicación.
En esencia, esto significa que en ausencia de cualquier evidencia, o en ausencia de la necesidad de una diversidad de causas, debemos mantener la explicación más amplia y sencilla. En este caso, no tene-mos evidencia para decir que la causa del universo es en realidad una combinación de dos, tres o mil causas; por lo tanto, la explicación más completa y simple es que esta causa es solo una. Postular una multipli-cidad de causas no ayuda en nada a completar el argumento. En otras palabras, agregar más causas no aumenta el alcance ni el poder expli-cativo del argumento. Por ejemplo, afirmar que el universo fue causa-do por una causa todopoderosa es un argumento tan completo como afirmar que fue causado por dos causas todopoderosas. Sin embargo, una causa todopoderosa es todo lo que se requiere, simplemente por-que es todopoderosa.
Una objeción a este argumento es que si fuéramos a aplicar el mis-mo principio a las pirámides de Egipto, adoptaríamos la opinión ab-surda de que fueron hechas por una sola persona. Sin embargo, esta es una mala aplicación del principio. Tomar la opinión de que las pirámi-des fueron construidas por una persona no es realmente la explicación más amplia y sencilla, puesto que genera más preguntas que las que responde. Por ejemplo, ¿cómo pudo un solo hombre construir las pi-rámides? Es mucho más completo postular que fueron construidas por muchos hombres. A la luz de esto, alguien puede decir que el universo es tan complejo que sería absurdo postular que fue construido por un solo ser. Esta objeción, aunque válida, está fuera de lugar. Un ser pode-roso creando el universo entero es una explicación mucho más cohe-rente y simple que una diversidad de causas. Ahora bien, el crítico puede continuar y argumentar que las pirámides pudieron entonces haber sido construidas por un ser todopoderoso. Pero el problema con esto es que nada dentro del universo es, en lo absoluto, un ser todopo-deroso; y ya que las pirámides fueron construidas por una causa efi-ciente (una persona o personas que actúan), entonces se deduce que deben ser del mismo tipo de causa.
Argumento lógico
La lógica dicta que si existiera más de un Dios que hubiera creado al universo, este estaría en caos y no existiría el nivel de orden que en-contramos hoy en el cosmos. Sin embargo, se podría señalar que un automóvil fue creado por más de un creador, una persona colocó las llantas, otra instaló el motor y otra el sistema computarizado. De modo que es posible que haya más de un creador para una cosa creada que exhiba orden y estabilidad.
A fin de responder esta objeción, lo que debe entenderse es que la mejor explicación para los orígenes del universo es el concepto de Dios y no de “diseñador” o “creador”. Existe la posibilidad de múltiples diseñadores o creadores, como lo subraya el ejemplo del automóvil, pero no puede haber más de un Dios. Esto es debido a que Dios, por definición, es el ser que tiene una voluntad imponente ilimitada, así que si hubiera dos o más dioses, eso significaría que tendrían una lucha de voluntades, lo que resultaría en caos y desorden. Sin embargo, podemos asumir que ellos podrían ponerse de acuerdo para tener la misma voluntad o para que cada uno tuviera su propio dominio, pero eso significaría que sus voluntades estarían limitadas y pasivas, lo que significaría que ellos, por definición, ¡ya no serían dioses!
Esto está bien explicado por Ibn Abi Al Izz en su comentario de Aqidah At-Tahawiyyah:
“El argumento más común que sostienen es conocido como el argumento de la exclusión. Este argumento es así: Si hubiera dos creadores y ellos estuvieran en desacuerdo con respecto a algo –como que uno quisiera mover X, mientras que el otro no quisiera moverlo; o que uno quisiera hacer de Y un ser vivo, mientras que el otro quisiera hacerlo inerte–, entonces, ha-blando lógicamente, solo habría tres posibilidades. Primero, las voluntades de los dos se llevan a cabo; segundo, solo la vo-luntad de uno de ellos se lleva a cabo; tercero, ninguna de sus voluntades es llevada a cabo. El primer caso no es posible por-que requiere la existencia de contrarios. La tercera posibilidad también queda descartada porque implica que un cuerpo ni se mueve ni no se mueve, y eso es imposible. Esto también implicaría que los dos serían incapaces de llevar a cabo sus vo-luntades, lo que los descalificaría de ser dioses. Finalmente, si la voluntad de uno de ellos se realiza y la del otro no, solo aquel cuya voluntad se realiza merece ser Dios y el otro no puede ser considerado una deidad”.
Diferenciación conceptual
¿Qué hace que apreciemos la diferencia y la dualidad? ¿Cómo dife-renciamos entre dos personas que caminan por la calle? La respuesta está en lo que se denomina diferenciación conceptual. Estos conceptos incluyen espacio, distancia, forma y características físicas. Tomemos por ejemplo el siguiente diagrama:
La razón por la que podemos percibir que hay dos objetos en el diagrama es que hay diferencias en su color, tamaño y forma, inclu-yendo su ubicación, ya que hay una distancia entre ellos. En ausencia de estos conceptos, ¿podríamos acaso percibir los dos objetos, o inclu-so algún objeto? En verdad, no, puesto que estos conceptos se requie-ren para percibir cualquier número de entidades. Ahora bien, ya que la causa del universo está fuera del universo (si la causa fuera parte del universo, eso significaría que el universo se creó a sí mismo, esto es absurdo pues implicaría que el universo en un punto existe y no existe a la vez), podemos asumir que no hay diferenciadores conceptuales como distancia, forma, color y tamaño, puesto que dichos conceptos solo tienen sentido dentro del universo. Por lo tanto, si no hay diferen-ciadores conceptuales reconocibles, no podemos afirmar que haya una multiplicada de causas, pues como ya se explicó, es imposible percibir la pluralidad o diversidad en ausencia de tales conceptos.
Ya que no se tienen conceptos para reconocer una pluralidad de causas, ¿esto significa que no puede existir ni siquiera una causa? No, puesto que si no hubiera causa para el universo, entonces eso signifi-caría que el universo, en palabras de Bertrand Russell, “simplemente está ahí y eso es todo”. En otras palabras, eso significaría que el uni-verso es infinito, sin embargo esto no puede ser, como ya se mencionó, puesto que el universo tuvo un comienzo. Por lo tanto, una causa singular e independiente es racionalmente necesaria para explicar el hecho de que el universo comenzara a existir y que una diversidad de causas no pueda ser percibida debido a la ausencia de diferenciadores conceptuales.
Unicidad
La causa del universo tiene que ser única, como dice el Corán: “No hay nada ni nadie que sea semejante a Él”. Si la causa del universo no fuera única, eso significaría que hay algunas similitudes entre la causa del universo y el universo mismo. Esto no es posible, ya que ello pon-dría a la causa del universo dentro del universo (si definimos el uni-verso como la suma de toda la materia) y ello conllevaría al absurdo, pues implicaría que el universo se creó a sí mismo. Ahora bien, es po-sible formular esta pregunta: ¿Por qué la causa del universo no puede parecerse al universo? La respuesta salta a la vista: Esta causa debe ser inmaterial puesto que creó la suma de todo lo material, que es el universo en sí; y otro principio que apoya esto es la primera ley de la termodinámica, que afirma que “la energía no puede ser creada ni destruida”, por lo tanto, la energía (es decir, la materia) no puede crearse a sí misma. Si la causa fuera material, entonces desafiaría este principio, pues significaría que la materia y la energía se crean a sí mismas. Por lo tanto, podemos concluir que la causa del universo debe ser inmaterial y, en consecuencia, única.
¿Cómo se relaciona esto con la Unicidad de Dios? Pues bien, si hu-biera más de una causa para el universo, eso significaría que no son causas únicas. Sin embargo, aún se podría argumentar que pueden ha-ber dos causas inmateriales, a lo que debemos responder: ¿Qué signifi-ca eso? Eso violaría la teoría de la navaja de Ockham y nos llevaría de nuevo al primer argumento.
Revelación
Una forma más sencilla de proporcionar evidencia para la unidad de Dios es refiriéndonos a la revelación. El argumento aquí es que si Dios se ha anunciado a Sí mismo a la humanidad, y puede probarse que esta revelación proviene de Él, entonces lo que Él menciona sobre Sí mismo es obviamente cierto. Las hipótesis temerarias, desde una perspectiva agnóstica al menos, son: ¿Cómo sabes que Dios se ha anunciado a Sí mismo a la humanidad, y en qué forma está esta revela-ción?
Tomemos primero el último supuesto. Si Dios se ha anunciado a Sí mismo a la humanidad, solo hay dos formas posibles de averiguarlo: externa e internamente. Aquí, “internamente” se refiere a que pode-mos averiguar Quién es Dios simplemente a través de la introspección y la internalización; y “externamente” se refiere a que podemos averi-guar Quién es Dios a través de la comunicación exterior a nosotros mismos, es decir, puede ser probada en el mundo independiente a la mente. Averiguar sobre Dios internamente es poco plausible por las siguientes razones:
1. Los seres humanos somos diferentes. Tenemos lo que los psicó-logos llaman “diferencias individuales”, que incluyen el ADN, las experiencias, el contexto social, las capacidades intelectuales y emocionales, diferencias de género, entre muchas otras. Estas diferencias juegan un papel en nuestra habilidad para internali-zar a través de la introspección o la intuición, por lo tanto, los resultados de la introspección o de confiar en la intuición serán diferentes. Entonces, queda claro que si estos procesos fueran utilizados únicamente para saber de Dios, inevitablemente ha-bría diferencias en nuestra concepción de Él. Esto es cierto des-de una perspectiva histórica, ya que en el mundo antiguo, hacia el 6000 a. C. hay registros de aproximadamente 3.700 nombres y conceptos distintos de Dios.
2. Ya que el método utilizado para concluir que Dios existe es un mé-todo de “sentido común”, o lo que los filósofos llaman pensamiento racional y lo que los teólogos musulmanes llaman pensamiento in-nato, tratar de averiguar internamente acerca de Dios llevará a fa-lacias. Esto es debido a que lo que se puede concluir utilizando al universo como evidencia para una causa trascendental indepen-diente, es que debe ser eterno, único, poderoso y personal; cual-quier otra cosa sería especulación. El Corán menciona acertadamente: “¿Por qué dicen de Dios cosas de las que no tienen conocimiento?”. Tratar de internalizar lo que es Dios sería equiva-lente a un ratón tratando de conceptualizar y pensar como un ele-fante. Es obvio que el ser humano no es eterno ni único ni poderoso; por lo tanto, el ser humano no puede conceptualizar quién es Dios. Dios tiene que decírselo a la humanidad a través de la revelación externa.
Tomemos el siguiente ejemplo en consideración: sabes que Dios existe del mismo modo en que puedes asumir tranquilamente, al escu-char que golpean la puerta, que hay algo ahí, pero no sabes lo que es. Como no esperas a nadie, preguntas “¿quién es?”, a fin de saber, la úni-ca forma de saber es si la persona tras la puerta te responde. Así que puedes concluir que si Dios ha dicho o anunciado algo, ello debe ser externo al ser humano.
Desde una perspectiva islámica, esta comunicación externa es el Corán y es el único texto, entre los que afirman provenir de Dios, que se ajusta a los criterios para un texto divino , dichos criterios incluyen:
1. Debe ser consistente con la conclusión racional e intuitiva sobre Dios. Por ejemplo, si un libro dice que Dios es un elefante con 40 brazos, puedes asumir tranquilamente que ese libro no proviene de Dios, ya que Dios es externo al universo.
2. Debe ser consistente interna y externamente. En otras palabras, si en la página 20 dice que Dios es uno y luego en la página 340 dice que Dios es tres, esa sería una inconsistencia interna. Además, si el libro dice que el universo solo tiene 6.000 años de antigüedad esa sería una inconsistencia externa, ya que la realidad, como la cono-cemos, es que el universo es mucho más antiguo que eso.
3. Debe tener señales a la trascendencia. En términos sencillos, debe contener evidencia que muestre que proviene de Dios.
En el caso del Corán –y este artículo no es el lugar para discutir esto en profundidad–, este no puede ser explicado de manera natural; por lo tanto, las explicaciones supernaturales son la mejor explicación. Al-gunas de sus señales incluyen:
a. Su inimitabilidad lingüística y literaria.
b. Contiene relatos históricos que no podían haber sido conocidos por el ser humano en la época de la revelación.
c. Contiene algunas descripciones de fenómenos naturales que no podían ser del conocimiento de ningún ser humano en el momento de la revelación.
En conclusión, ya que la única forma de saber lo que Dios ha anun-ciado a la humanidad es a través de la revelación externa, y se puede probar que esta revelación es el Corán, entonces lo que el Corán dice de Dios es cierto. En el contexto de esta discusión, el Corán dice: “Se-pan que su Señor Dios es Uno”.
Conclusión
Estos son algunos de los argumentos que se pueden esgrimir para demostrar que Dios es Uno. Sin embargo, este tema –una vez se en-tiende realmente– tendrá algunos efectos profundos en la consciencia humana. La Unidad y Unicidad de Dios no solo se refiere al hecho de que Él es únicamente uno, sino que se refiere a Su culto, señorío, nom-bres y atributos, algo que solo puede ser probado reflexionando sobre la realidad, meditando sobre el significado del Corán, y convirtiéndose en una manifestación de su mensaje.